Translate

6 de mayo de 2012

Niños y perros II

Existe la posibilidad de que un perro muerda a un niño, sin que el animal o el dueño padezcan un desequilibrio psicológico. Todos los perros mantienen parte de su instinto predatorio. Una pulsión instintiva se desencadena automáticamente, sin que el animal tenga la posibilidad de razonarla. Está pulsión es la que le induce a perseguir (e incluso a morder) a todo lo que tiene aspecto de presa y se comporta como tal. Para el perro, igual que para su antepasado lobo, es "presa" todo aquello que es más pequeño que él y que huye con rapidez y emite sonidos agudos; esto corresponde exactamente a la imagen de un gato dándose a la fuga o a la de un niño que corre llorando y gritando. Con este estímulo cualquier can puede emprender la persecución. Quizá lo haga como un juego, pero el niño se puede asustar y tenerle más miedo.

Por esto, es indispensable enseñar a los niños a no escapar y a no chillar delante de los perros, sino a mantener la calma y esperar quietos a que intervengan los padres. Está claro que si el niño tiene miedo a los perros, estas recomendaciones no servirán de mucho. Por tanto, la única solución es impedir desde el principio que el niño tema a estos animales.

El perro es un amigo, y es absurdo y antinatural tenerles miedo; un niño con fobia a los perros no tiene una buena relación con la naturaleza, y esto repercute en su carácter. Se ha demostrado que los niños que aman a los animales son los que se relacionan mejor con el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario